Existe una gran confusión sobre el origen de los naipes. Desde hace mucho tiempo se han barajado (nunca mejor dicho) diversos orígenes: desde China e India, hasta varios países europeos como Francia, Italia o España. Pero todavía no se ha hallado la prueba definitiva que señale con certeza la cuna de estas cartulinas dibujadas por una cara que sirven para practicar juegos de azar o para, supuestamente, adivinar el futuro. Lo que sí parece seguro es que éstos últimos, los naipes del tarot o cartomancia, derivaron de los primeros, los utilizados para jugar.
Una de las hipótesis que más seguidores tiene actualmente es la que dice que los naipes fueron inventados en el Extremo Oriente (China o India) y fueron traídos a Europa por los árabes. Así parece insinuarlo también la Real Academia Española en su diccionario, al poner como etimología en la entrada naipe: «Del catalán naíp y este quizá del árabe ma’íb ‘censurable’». Pero, como vemos, el origen etimológico del vocablo tampoco está muy claro. Por su parte, Corominas dice que naipe es voz común a varias lenguas romances y que «los indicios referentes a la China y a la India son dudosos» porque los naipes más antiguos de allí son parecidos a los europeos y además tienen nombres de indudable origen romance. Lo mismo sucede en países islámicos, como Persia y Turquía, cuyos testimonios más remotos del uso de naipes son tardíos (1681) y con nombres de origen igualmente romance.
«En todo caso la noticia iconográfica más antigua entre las seguras corresponde a Europa: en una miniatura del Roman du Roi Méliadus ejecutada en el sur de Francia entre 1330 y 1350 aparecen claramente representados en naipes el dos y el cuatro de oros y el dos de bastos», escribe Corominas.
Cada país europeo usó naipes con palos o series distintos (pero siempre cuatro). Así, en Alemania los palos estaban representados por campanas, hojas, corazones y bellotas; en Francia, diamantes, corazones, tréboles y picas; en Inglaterra se adoptaron los naipes franceses, sustituyendo el nombre de las figuras (el Valet por el Jack, la Dame por la Queen y el Roi por el King); y en España: oros, copas, espadas y bastos. Por tanto, los naipes que aparecen en la miniatura francesa del Roman du Roi Méliadus eran españoles.
Hay constancia documental de que en los reinos de Aragón y Castilla se prohibieron los juegos con naipes en la década de 1330, si bien no está documentada la palabra naipe en español hasta finales de ese siglo; Nebrija (1494) define «naipes: chartarum ludus»; y su uso es ya muy frecuente en siglos posteriores.
Sinónimo de naipe es carta desde principios del siglo XVII, tal como podemos ver en Covarrubias (1611) y en algunas novelas cortas de Cervantes.
El conjunto de naipes o cartas se denomina baraja, que deriva del verbo barajar. El significado más antiguo de barajar es ‘reñir, pelearse’ (1123), y el de baraja ‘riña’; ambos todavía conservados en el diccionario académico actual. De ‘reñir’, barajar evolucionó a ‘revolver, confundir, mezclar’ (principio del siglo XVI) y, posteriormente (1535), a ‘mezclar los naipes’. Baraja como ‘juego de naipes’ no está documentado hasta 1555.
En la actualidad, la baraja más usada en todo el mundo es la inglesa (derivada como sabemos de la francesa). Pero en España y en muchos países americanos todavía tiene cierta prevalencia la clásica baraja española, con sus palos de oros, copas, espadas y bastos, y sus figuras sota, caballo y rey.