octubre 3, 2023

Los mejores escritores mexicanos de todos los tiempos

Dentro de la esfera latinoamericana, uno de los países con mayor riqueza cultural es México. La nación, cuna de la civilización azteca, ha sido y sigue siendo uno de los lugares donde se desarrolla con mayor asiduidad la cultura literaria.

La literatura, planteada desde los géneros más populares –novela, ensayo, poesía, relato, leyenda, cuento o fábula-, ha encontrado en tierras mexicanas uno de los sitiales más fértiles para expandirse, de acuerdo a cada una de las características particulares de la sociedad azteca.

Para comprender la literatura mexicana, abarcando tiempos lejanos y hasta la actualidad, preciso es conocer todos los protagonistas de este desarrollo literario.

De allí que presentemos, a continuación, un listado de los mejores escritores mexicanos de todos los tiempos, ordenados de acuerdo a la importancia y trascendencia literaria que han transmitido, y que han servido de base e inspiración para toda una generación de nuevos escritores de México que, siguiendo los pasos de sus precursores, han sabido crear su propia estirpe.

Mejores escritores mexicanos de todos los tiempos

La literatura mexicana es notable desde donde se la mire o analice. Sin embargo, dentro de esta aglomeración de historia literaria, han sabido surgir personajes que se han convertido en referencia obligada dentro del apartado literario internacional, superando todas las barreras conocidas y convirtiendo a México en uno de los epicentros de escritores y poetas de todos los tiempos, al menos en lo que a Latinoamérica concierne.

Estos son algunos de los mejores escritores mexicanos de todos los tiempos.

Octavio Paz

Octavio Paz ostenta el único Premio Nobel de Literatura concedido a algún escritor nacido en México.

Sin embargo, su influencia y su grandeza dentro de la literatura latinoamericana residen en la profundidad de su trabajo, principalmente poético.

Octavio Paz nació el 31 de marzo de 1914 en la Ciudad de México, aunque desde muy pequeño vivió en los Estados Unidos, ya que su padre era miembro de las altas esferas de la Revolución Zapatista.

Desde muy joven tuvo afiliaciones políticas marcadas, y a partir de allí consiguió entrar en contacto con las corrientes literarias de la época, de modo que en su juventud publicara Luna Silvestre, un poemario plenamente intimista, con un lenguaje sensual explícito, pero que sirvió como historial literario para que, años más tarde, en 1944, le fuera otorgada la beca Guggenheim, razón por la que volvió a Estados Unidos, esta vez para estudiar en la Universidad de California.

A partir de allí, su experiencia literaria y sus afiliaciones políticas le permitieron conocer a los grandes poetas de su época, Pablo Neruda, César Vallejo, Alejo Carpentier, entre otros.

Tras culminar sus estudios, volvió a México, radicándose en Yucatán.

Fue allí donde consolidó su estilo literario, ya que sintió un apego por las costumbres indígenas de esta región mexicana. Costumbres que no formaban parte de las tradiciones o fiestas culturales, sino que eran el rasgo distintivo de una región que no solapaba sus intentos por respetar la historia que llevaban a cuestas.

Es por eso que la mayor parte de la poesía de Octavio Paz está condicionada por las costumbres y formas de ver la vida de los indígenas de Yucatán, con los que permaneció tanto tiempo.

Sin embargo, la influencia literaria de Octavio Paz ha sido una de las más importantes del siglo XX, pero también ha sido una de las más difíciles de encasillar.

Hasta estos días, el único ganador mexicano del Nobel de Literatura, que también fue embajador de México en Japón y en la India, es considerado un poeta novedoso, profundamente original, y cuyos trabajos no pueden pertenecer a una única categoría.

Sus obras más importantes son: Entre la piedra y la flor, El laberinto de la soledad, Libertad bajo palabra, y su conocida obra poética, Salamandra.

Octavio Paz, que estuvo casado con la prolífica escritora mexicana Elena Garro, murió el 19 de abril de 1998 en la Ciudad de México, 8 años después de haber recibido el Nobel de Literatura. También fue merecedor del Premio Cervantes, en 1981.

Juan Rulfo

Juan Rulfo es quizás uno de los escritores más conocidos de América Latina. Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, su nombre de pila, nació el 16 de mayo de 1917 en Sayula (Jalisco), México, y murió 68 años más tarde (7 de enero de 1986) en la Ciudad de México a causa de un cáncer de pulmón.

Parte de su éxito se debe a que sólo publicó 2 libros a lo largo de su vida, pero ambos libros se convirtieron en objeto de estudio literario a nivel mundial, y aún hoy siguen siendo estudiados en muchas universidades latinoamericanas.

Huérfano desde los 7 años, a causa de la Revolución Cristera, pasó gran parte de su vida en un orfanato. De allí que muchas de sus novelas guarden cierto aire de repulsión a la paternidad, o al menos un desenfadado sentido de ignorar tal hecho.

Sus libros, El llano en llamas, que está compuesto por diecisiete relatos; y Pedro Páramo, su única novela y su obra más importante, marcaron gran parte del siglo XX latinoamericano, y cambiaron para siempre la concepción literaria del nuevo continente.

Antes de Juan Rulfo, la literatura en América Latina, y principalmente en México, era bastante apegada a los hechos históricos pre-revolucionarios. Pero, con la narrativa impactante de El llano en llamas, y luego con la crueldad narrativa de Pedro Páramo, se comenzó a hablar –a nivel general- de una era post-revoluciones en la literatura hecha en México.

De allí que Juan Rulfo sea considerado como el antes y el después, el que marcó una división histórica entre una literatura que se apegaba al pasado, a lo indígena y a lo regional, y una literatura que, al igual que los demás integrantes de la Generación del 52, apostaba por una vanguardia que luego sería detonante del llamado Boom Latinoamericano.

Juan Rulfo ocupa el segundo lugar en importancia histórica en cuanto a los escritores mexicanos, por cambiar para siempre el paradigma de la literatura, y por adoptar nuevos métodos narrativos importantes, y esenciales para entender su obra.

Principalmente se da el hecho de que la mayoría de los personajes creados por Rulfo no actúan. Sino que, a diferencia de otras novelas y relatos de la época, se dedican a pensar, recordar, manifestar a través de la conciencia sus miedos, remordimientos y sensaciones.

No obstante, a pesar de esa limitación narrativa, sus producciones literarias pueden ser consideradas mucho más profundas que todo lo conocido hasta el momento, de allí que su éxito como escritor se disparara de forma repentina, siendo consideradas sus obras como hallazgos maestros por los críticos más importantes de la época.

Al concluir sus dos libros, publicó una novela llamada El Gallo de oro, y se retiró para siempre de la escritura. En marzo de 1974, realizó una conferencia en la Universidad Central de Venezuela, en Caracas, y manifestó que la muerte de su tío Celerino había provocado su retiro de la literatura.

Según él, su tío le contaba historias, y lo acompañaba en innumerables viajes, razón por la que lo consideraba un mentor y una fuente de inspiración. Hasta sus últimos días, Juan Rulfo fue un apasionado por los viajes.

Sor Juana Inés de la Cruz

Para hablar de Sor Juana Inés de la Cruz, o de Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, su nombre real, debemos trasladarnos hasta el 12 de noviembre de 1648, fecha de su nacimiento.

Su nombre se lo debe a la orden religiosa a la que perteneció. Sin embargo, la mexicana es considerada una de las exponentes más excelsas del Siglo de Oro de la literatura en lengua española, donde también destacaban autores como Francisco de Quevedo, Luis de Góngora o Pedro Calderón de la Barca.

La consagración de su vida a la vida monástica la realizó, según comentarios propios y de acuerdo a historiadores, por simple deseo de conocer más sobre un núcleo poco conocido, o muy cerrado, para aquellos tiempos.

No obstante, nada de aquello impidió que se convirtiera en una de las maestras literarias del barroco universal, y en la precursora de la denominada literatura novohispana, pilar fundamental de la literatura mexicana que manejamos hoy como real y cierta.

Sor Juana Inés de la Cruz destacó no sólo por su sabiduría y su picardía para escribir, razón por la que era comparada en muchas ocasiones con Quevedo, sino también por la versatilidad de su pluma. Es por eso que la escritora no sólo tuvo un reconocimiento especial por parte de los críticos de la época gracias a sus obras de teatro, destacando entre todas Los empeños de una casa, sino también por sus innovaciones en el soneto y en la poesía, considerada siempre como una de las ingeniosas maestras del retruécano (colocar sustantivos como verbos, y verbos como sustantivos), y también por la utilización excelsa de muchos adjetivos para un único sustantivo.

Y, pese a que sus temas principales eran la búsqueda del amor, y el descubrimiento del mismo a través del ingenio, de la yuxtaposición de realidades y de la mitología o lo mágico; muchos críticos afirman que era una mujer que transmitía un gran sentido del humor, con frescura y mucho dinamismo, en cada una de las obras que supo realizar.

Sobre este particular, destaca que la gran mayoría de su trabajo literario lo hizo por encargo, o por petición.

Sólo un poema, Primero sueño, fue escrito por gusto e iniciativa propios de la escritora. Todo lo demás correspondía a cumplir con un compromiso establecido con personajes de la época que le requerían obras.

Pese a ser considerada una de las escritoras más importantes de toda la historia de habla hispana, le tocó vivir un tiempo equivocado para su profesión –o afición-, por lo que fue condenada a destruir toda su obra y olvidarse de su escritura por vocación. A pesar de ello, el obispo de Yucatán, Juan Ignacio María de Castorena Ursúa y Goyeneche, guarda toda la obra de Sor Juana Inés de la Cruz, ocultándola, para luego publicarla en España.

Sor Juana murió en la Ciudad de México el 17 de abril de 1695, a causa de una epidemia.

Carlos Fuentes

Aunque nacido en Panamá el 11 de noviembre de 1928, Carlos Fuentes Macías vivió toda su vida en México. De hecho, sus padres son mexicanos. Es considerado uno de los escritores más importantes del siglo XX latinoamericano, una fama conferida a la inclusión de Fuentes como el único escritor mexicano incluido en el grupo denominado Boom Latinoamericano, donde figuraban otros ilustres escritores como Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez.

Tiene en su haber, quizás, el ensayo sobre la literatura en español más respetado de todos los tiempos, llamado La nueva novela hispanoamericana, donde realiza una investigación de todas las características que blindaron el éxito de lo que luego desembocaría en el boom.

Es el autor de novelas importantes como La muerte de Artemio Cruz o La región más transparente, así como también merecedor del Premio Rómulo Gallegos, el Premio Miguel de Cervantes, nombrado Príncipe de Asturias de las Letras o la Legión de Honor de Francia. Además, fue doctor Honoris Causa de muchas universidades, entre las que destacan Harvard y Cambridge.

Al igual que sucedió con Jorge Luis Borges, Carlos Fuentes fue considerado como el eterno candidato al Premio Nobel de Literatura, mención que nunca recibió.

Sin embargo, una vez comentó que “cuando se lo dieron a García Márquez, también me lo han dado a mí, y a toda la generación que representamos juntos”, haciendo referencia al llamado Boom Latinoamericano.

Junto a García Márquez, trabajó en adaptaciones al cine de muchas novelas célebres.

Dentro de la obra de Carlos Fuentes debemos encasillar, de forma obligada, el término caótico. Y es que muchas veces, sus preocupaciones y obsesiones, entremezcladas en sus novelas, fueron criticadas por muchos sectores de la crítica literaria de la época por considerar sus tramas como caóticas.

No obstante, el tiempo le dio la razón y La muerte de Artemio Cruz, una novela que relata la historia, en primera persona, de un exmilitar revolucionario que traicionó sus ideales para convertirse en un millonario gracias al caudillismo y la corrupción, le convertían en uno de los escritores más importantes de habla hispana.

Finalmente, en 1975 publicó Terra Nostra, una novela ambientada en el Imperio Español, y donde la construcción de los personajes, la complejidad de la trama y la ambientación de una metamorfosis no lineal le confirieron premios importantes, como el Rómulo Gallegos y el Premio Biblioteca Breve, de la editorial Seix Barral en Barcelona, España.

Para catalogar a Carlos Fuentes, a veces se utiliza el término de experimentalismo formal, ya que su vida literaria estuvo marcada por cambios repentinos en las formas de narrar, en los estilos, en la forma de jugar con los tiempos, y con la complejidad –cada vez más creciente- a la hora de construir personajes e hilos narrativos.

Carlos Fuentes es, por cantidad de obras, uno de los escritores más prolíficos de toda su generación. Ni que decir de los escritores mexicanos.

Hoy en día, en honor a él, el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México entrega el Premio Internacional Carlos Fuentes, un premio literario que se entrega de forma anual el 11 de noviembre, fecha del nacimiento del escritor.

Jaime Sabines

Dentro de este listado, encontramos a una de las mayores influencias poéticas de todos los tiempos. Por supuesto, nacido en México.

Hacemos referencia a Jaime Sabines Gutiérrez, nacido el 25 de marzo en Tuxtla Gutiérrez, en el estado de Chiapas.

Fue, a lo largo de su trayectoria poética, uno de los más grandes y más considerados por la crítica de habla hispana. Sin embargo, su capacidad poética estuvo muy adelantada a su tiempo, y algunos de sus poemas fueron incomprendidos o poco valorados por la sociedad de su país natal.

Al día de hoy, Jaime Sabines es uno de los poetas más venerados de todo México, y es puesto al lado de poetas como Pablo Neruda o García Lorca a la hora de hacer comparaciones sobre él.

La grandeza de un poeta como Sabines recae, en principio, en su forma de ver la vida y, a través de esta cosmovisión, de su forma de comprender y traducir esta vida a la poesía, su único género literario durante toda su trayectoria literaria.

Según comentarios de Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura –citado arriba en este post-, Jaime Sabines era uno de los poetas más revolucionarios que había conocido. Tenía la fuerza suficiente para ser comparado como un francotirador de poemas, por la crudeza, la realidad desnuda y los temas, tan conocidos y tan obvios, que asumía como propios para encarnarlos en poesía.

Entre sus obras memorables destacan Algo sobre la muerte del mayor Sabines, dedicado a la muerte de su padre, y a la influencia que éste tuvo en la decisión de que Jaime Sabines se dedicara finalmente a la poesía. Para el propio autor, este era su mejor poema.

A pesar de ello, la crítica considera Tarumba, uno de sus últimos poemarios, como una obra maestra. La forma en que aborda cada línea, cada verso, ha sido analizada en diferentes casas de estudio. Sin embargo, en México fue el libro que menor receptividad tuvo.

Jaime Sabines ocupa el puesto 5 de nuestra lista por su influencia dentro del campo de la poesía, donde dejó de lado los estereotipos que gobernaban la poesía de la época y supo encontrar, con voz propia y mediante métodos estrictamente autodidactas, una manera de hacer poesía que retumbaba en cualquier oído, que escapaba de las páginas y se mecía en la conciencia.

Murió a los 72 años, después de años de arrastrar enfermedades. Durante gran parte de su vida arrastró la secuela de una caída que tuvo por las escaleras, que le dejó una manera particular de caminar. Hoy en día muchos estudiosos comparan la poesía de Sabines con la manera de componer canciones de Joaquín Sabina.

Elena Poniatowska

Ganadora del Premio Miguel de Cervantes en el año 2013, Hélène Elizabeth Louise Amélie Paula Dolores Poniatowska es una de las escritoras y periodistas mexicanas más reconocidas a nivel mundial. Si bien nació en París el 19 de mayo de 1932, su familia emigró a México a causa del comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

A veces conocida como La Princesa Roja, ya que su padre era sobrino del último rey de Polonia (Estanislao II Poniatowski), también ha sido ganadora del Premio Rómulo Gallegos y el Premio Biblioteca Breve.

Pero, para analizar a Elena Poniatowska, es necesario escapar de todas las premiaciones y ahondar en lo profundo e íntimo de sus producciones literarias, propiamente.

Elena, desde sus inicios, mostró interés por el periodismo. De hecho, a los 21 años comienza su trabajo en el prestigioso periódico Excélsior (México), realizando crónicas y entrevistas. Durante un año, realizó una entrevista diaria a personalidades de todo México, motivo por el que comenzó colaboraciones con cada vez más periódicos y revistas.

Hasta el día de hoy, Elena Poniatowska continúa su trabajo en periódicos como La Jornada, también en México.

El trabajo de Poniatowska escapa mucho de los estereotipos anteriormente mencionados en el trabajo de otros autores mexicanos. En el caso de Elena, se le considera una de las escritoras más comprometidas con la realidad social que le rodea.

De hecho, el mejor libro que ha escrito –a juicio de los críticos- es Hasta no verte Jesús mío, uno de los proyectos literarios más ambiciosos de México, que relata a través de una novela las experiencias que Elena tuvo, mediante conversaciones, con una mujer que vivía cerca de su residencia en la capital, y que le mostraría las diferencias sociales más profundas e ingratas del Distrito Federal.

Maestra de los cuentos, como deja ver en Lilus Kikus, también destacó por su capacidad para llevar al papel historias orales, entrevistas, y conversaciones. Es así como en 1971 publica una de sus obras cúlmines, La noche de Tlatelolco, que narra la matanza de estudiantes ocurrida en octubre del año 1968.

En el año 1988, su libro Nada, nadie, las voces del temblor logra cautivar a la crítica y resuena profundamente en una sociedad mexicana que, 3 años antes, había sufrido uno de los terremotos más tristes que se recuerde en la capital del país.

La razón principal por la que Elena Poniatowska ocupa el puesto 6 en este listado de los escritores más grandes de todos los tiempos, mexicanos, reside principalmente en el género –crónica, novela, reportaje- y en el compromiso social de su pluma, sabiendo tratar y trabajar en base a realidades bastante diferentes, quizá opuestas, con respecto a sus orígenes aristocráticos.

Desde el año 2007 se celebra en Ciudad de México el Premio Iberoamericano de Novela Elena Poniatowska, en honor a la escritora.

Es, quizás, la mejor cronista de todos los tiempos en México, y una de las banderas del feminismo mundial. Ha sido la primera mujer mexicana en ganar el Premio Cervantes, y la cuarta mujer en toda la historia del mencionado premio.

Laura Esquivel

Laura Beatriz Esquivel Valdés es una de las escritoras mexicanas contemporáneas más importantes, o la más importante de todas, dependiendo el punto de vista. Ha sido activamente política, y de hecho tiene puestos políticos en la actualidad, pero nunca ha abandonado su rol como escritora.

Nacida en la Ciudad de México el 30 de septiembre de 1950, comenzó su carrera como instructora de teatro y de escritura en su ciudad natal, y de su experiencia en el medio de las artes escénicas y en la literatura, realizó su primer libro, Como agua para chocolate, uno de los mejores libros de realismo mágico que se hayan escrito en los últimos 30 años.

El boom ocasionado por el libro le valió el respeto y la consideración de toda la industria literaria mundial, y su libro ha inspirado adaptaciones al cine, secuelas, estudios y un sinfín de premios.

Como agua para chocolate ha ganado 10 premios Ariel, y en 1994 fue ganadora del Premio ABBY, que por primera vez en su historia premiaba a un libro que no fuera estadounidense.

Y si bien la mayor parte de su éxito literario se lo debe a la mencionada novela, Laura Esquivel ha sido una de las más prolíficas escritoras y novelistas de México, y ha incursionado en otros géneros como en la novela policíaca, destacándose A Lupita le gustaba planchar, donde narra la historia de una antiheroína, policía, madre soltera, adicta al alcohol, que debe resolver un caso sobre el asesinato de su jefe.

Destaca también Malinche y Tan veloz como el deseo, dos novelas que también han sido premiadas a nivel internacional.

Pero, para comprender la posición y la influencia de Laura Esquivel es necesario analizar su obra, desde adentro.

Hasta estos días, Laura Esquivel es considerada la escritora más importante de México en el género del realismo mágico. Pero, un realismo mágico que tiene sus particularidades, al menos en el caso de Esquivel.

Y es que, como se evidencia en su mejor novela, Como agua para chocolate, la forma narrativa que utiliza, y la estructura que compone a los diálogos, carece de muchas palabras. De hecho, se utiliza a la comida como forma de comunicación, y son las recetas preparadas por Tita –protagonista- las que dicen y responden a todas las preguntas que el lector pueda tener o quiera conocer.

Esta particular forma de narrar, de transformar el realismo mágico y considerar a la cocina como el epicentro de la historia demuestra la calidad y la empatía de la autora, porque el motivo de su éxito recae en saber llevar una historia cotidiana, con un elemento en común para un gran sector del gentilicio de México (la cocina), y convertirla en una historia con nombre y apellido, que sabe atraparte a través de cada esencia, que en el caso de Como agua para chocolate tienen un significado y transmiten emociones, miedos, o propuestas.

Su novela está incluida como una de las mejores 100 novelas publicadas en el siglo XX, según el periódico español El Mundo.

Paco Ignacio Taibo II

Paco Ignacio Taibo II

Francisco Ignacio Taibo Mahojo nació en Gijón el 11 de enero de 1949. Y a pesar de que, por nacimiento, es asturiano, siempre ha considerado a México como su país, su tierra.

Es escritor y periodista, y considerado uno de los maestros hispanoamericanos de la novela policíaca. Es fundador de la Semana Negra de Gijón, un festival literario dedicado a la novela negra o policíaca.

Le debe su nombre al apodo de su padre, Paco Ignacio Taibo I, asturiano de tradición socialista, que se exilió en México en el año 1959 tras huir de la dictadura de Francisco Franco.

Entre sus distinciones se encuentra haber ganado, por 3 años, el Premio Hammett (1988, 1991, 1994), y por haber creado al detective Héctor Belascoarán Shayne, principal protagonista de sus novelas policíacas.

Y si bien ha sido considerado por la crítica como uno de los principales y más importantes escritores de novelas policíacas de la actualidad, su labor literaria no está encasillada a este género, ya que cuenta con más de 50 libros publicados –traducidos a muchos idiomas-, en géneros como novelas históricas (con México como epicentro), cuentos, reportajes, crónicas y ensayos.

Destacable es su trabajo en la reconstrucción biográfica de personajes históricos como Ernesto “Che” Guevara, y Emiliano Zapata, dos personajes revolucionarios que se han convertido en banderas políticas de izquierda en varios países de Latinoamérica.

La razón por la que Paco Taibo II se encuentre en el octavo lugar de este listado está fundamentada en la profundidad de su obra, no sólo en el género policíaco donde ya hemos mencionado que se le considera un maestro incomparable, sino en el género de la no ficción –principalmente los ensayos y las crónicas-, donde ha mostrado un compromiso por la búsqueda de la verdad que le han llevado a viajar por todo México, durante muchos años, ininterrumpidamente.

Su influencia literaria y política es inigualable con respecto a cualquier otro escritor mexicano en la actualidad. Aparte, es director y guionista de cine, y entrevistador en programas de la cadena Telesur.

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