Las placas solares o paneles solares son equipos cuyo diseño se enfoca en la radiación electromagnética que proviene del sol, para un aprovechamiento y transformación posterior en múltiples formas de energía, como por ejemplo, la energía térmica con colectores solares y la energía eléctrica por medio de paneles fotovoltaicos.
Esta clase de equipos aparecieron a mitad del siglo XX y se aprovecharon para aportar constante energía a los satélites que se han colocado en órbita por todo el planeta. Pero luego se modificaron para mejorar la calidad de vida de poblaciones muy lejanas que no disponían de cableado o de una transmisión eléctrica clásica.
Desde ese punto, las placas solares para autoconsumo han sido de gran importancia tomándose como una forma alternativa a la obtención de energía tradicional. Mismas que se han colocado en crisis desde finales de siglo producto de la gran demanda mundial de energía y todo el costo ecológico que implica.
Las placas solares son dispositivos que absorben la radiación emitida por el Sol con ayuda de un grupo de cristales elaborados a partir de material semiconductor que suele ser arseniuro de galio o silicio cristalino. Estos al ser conectados responden a la gran mayoría de efectos fotovoltaicos, por el cual cierta materia es capaz de realizar la emisión de electrones al llegar a ser bombardeada por la radiación electromagnética.
Este tipo de materiales son receptores de la luz solar y producen un campo eléctrico, que después pasa a ser reconducido por medio de cableado y transmisores hasta los equipos de almacenamiento. De esta forma, las estructuras de las placas solares de metal inoxidable pasan a ser expuestas constantemente a la luz del sol, captando siempre la energía lumínica o térmica provocada por la radiación que emite el sol.
El uso de las placas solares
Para entender el empleo que tienen estos dispositivos es necesario comprender la existencia de dos tipos de placas solares, es decir, los paneles fotovoltaicos y los colectores térmicos. Cualquiera de ellos son útiles para la generación eléctrica y de calor tomando como punto de partida la luz del sol, pero con ciertas variantes que verás ahora.
Los paneles fotovoltaicos están formados a partir de celdas que transforman la luz en energía eléctrica y después la transmiten por medio de un cableado hacia una pila o celda fotovoltaica. Esta pasa a recibir la carga que se genera y entonces la almacena, para suministrarle electricidad a los múltiples usuarios que tenga.
En cambio, los colectores solares cuentan con una estructura por la cual circula agua o cualquier otro líquido termoreceptor que se calentará con la energía que capte del sol y luego se bombea hacia termos de agua potable. Al agua que allí se almacena se le transmite el calor y el ciclo se vuelve a iniciar. De esta manera es que se obtiene el agua caliente para un uso cotidiano y para la calefacción de espacios o ambientes.
Datos curiosos sobre las placas solares
La fabricación de estos equipos se basa en el hecho de cortar silicio cristalino en discos muy pequeños. Así como también capas de vidrio sumamente delgadas a fin de proteger los paneles de silicio. El resto de mecanismos necesarios son más comunes de obtener.
Aunque las temperaturas bajen, el sol va a seguir saliendo todos los días y las placas solares operan gracias a la luz que obtienen de él, no del calor que emite, de forma que las placas solares, aun durante el invierno, van a seguir funcionando, sin importar que esté nevando.
Para una vivienda unifamiliar, tomando en consideración la compensación por excedentes de energía, se necesitaría como mínimo tres placas solares de unos 320 watts de potencia por cada 2000kWh de consumo al año.