Se entiende por alfabeto (palabra compuesta por los nombres de las dos primeras letras griegas: alfa y beta) a la serie de las letras de un idioma, según el orden en que cada uno de ellos las considera colocadas. Las letras representan los sonidos individuales de cada lengua. El primero de estos alfabetos fue precisamente el griego, compuesto por letras de clara influencia semítica, especialmente fenicia.
Más tarde, los romanos copiaron el alfabeto de los griegos; especialmente el griego hablado en la isla de Eubea. En latín tardío, éste pasó a llamarse abecedarium (compuesto por las tres primeras letras latinas: a, be y ce). De ahí que, en el español actual, alfabeto y abecedario sean palabras sinónimas, al tener idéntico significado. También lo es cristus (del latín CHRISTUS ‘Cristo’).
Como las demás lenguas románicas (derivadas del latín), el español se sirvió básicamente del alfabeto latino. Durante siglos el abecedario español fue adaptándose y complementándose. En la actualidad, está formado por veintinueve letras: a, b, c, ch, d, e, f, g, h, i, j, k, l, ll, m, n, ñ, o, p. q, r, s, t, u, v, w, x, y, z. Sin embargo, al consultar un diccionario actual, los dígrafos (signos ortográficos compuestos por dos letras que representan un fonema o sonido de la voz) ch y ll no se hallarán ordenados como letras independientes, sino que estarán alfabetizados en los lugares que les corresponden dentro de la c y de la l. No siempre ha sido así, como veremos más adelante.