junio 30, 2024

El bostezo y las neuronas espejo

Los humanos bostezamos durante toda nuestra vida. Incluso el feto dentro del útero materno bosteza. Pero, ¿qué es el bostezo? La Academia lo define como ‘acción de bostezar‘, exponiendo como significado de este verbo: ‘Hacer involuntariamente, abriendo mucho la boca, inspiración lenta y profunda y luego espiración, también prolongada y generalmente ruidosa. Es indicio de tedio, debilidad, etc., y más ordinariamente de sueño’.

El significado que de bostezo dan los científicos suele ser algo más amplio, ya que, cuando se bosteza, se estiran los músculos faciales, se cierran o entornan los ojos, se lagrimea, se saliva, se abren las trompas de Eustaquio del oído medio y se realizan muchas otras acciones cardiovasculares, neuromusculares y respiratorias.

¿Por qué bostezamos?

Hay varias teorías que tratan de explicar la razón por la que bostezamos. Unas dicen que lo hacemos como comportamiento heredado de nuestra evolución. Otras que para regular la temperatura corporal. Otras que sirve para oxigenar el cerebro cuando nos hallamos cansados, ya sea por aburrimiento o por falta de sueño. Otras dicen que no es para conseguir un aporte extra de oxígeno, aunque consideran que sirve como mensaje para indicar, según las circunstancias, cansancio, estrés o aburrimiento. Y otras aseguran que existe una relación entre el bostezo y el amor, por cuanto aquél es un signo sexual latente, llegando a ser incluso equiparable a un pequeño orgasmo.

¿Por qué se contagia el bostezo?

Es bien sabido que el bostezo es contagioso, que cuando vemos a alguien bostezar no podemos evitar hacerlo nosotros también. El por qué de este bostezo imitativo es algo muy investigado últimamente. Existe la hipótesis de que el bostezo contagioso puede ser relacionado con la empatía (identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro). Otra hipótesis apunta que puede estar relacionado con un sistema de imitación innata. ¿Empatía o imitación?

A mediados de la década de 1980 un equipo de neurofisiólogos italianos dirigido por Giacomo Rizzolatti descubrió un grupo de células relacionadas con los comportamientos empáticos, sociales e imitativos. Las llamaron neuronas espejo porque se activan cuando se observa ejecutar una acción a otro individuo. El descubrimiento se hizo mientras experimentaban con monos, pero pronto se comprobó que tal fenómeno también ocurría en otros animales. En el ser humano, las neuronas espejo se localizaron en el área de Broca, zona cerebral relacionada con el lenguaje, y en la corteza parietal posterior, vinculada con la planificación de los movimientos.


Los neurocientíficos suponen que estas neuronas espejo o especulares desempeñan una función importante dentro de las capacidades cognitivas ligadas a la vida social, tales como la empatía y la imitación, toda vez que se activan desde el nacimiento para permitir el aprendizaje, mediante la imitación de los bebés de los movimientos de los adultos, y para promover emociones que favorezcan la identificación afectiva con los demás seres vivos.

La palabra bostezo está documentada en el vocabulario español desde 1570, siendo Casas el primer lexicógrafo que la registró. En 1726, el Diccionario de Autoridades ya la recogió con el significado «el acto de bostezar ó abrirse la boca por sueño, hambre, cansancio, etc.». Procede del verbo bostezar, documentado por primera vez en el Glosario de Toledo y del Escorial (hacia 1400), siendo la acepción ofrecida por el ya mencionado diccionario académico de 1726 la de «abrirse natural è involuntariamente la boca despidiendo y recogiendo algun aliento: lo qual es señal de sueño, cansancio, hambre ú de otra causa».

La Academia también nos informa de que bostezar tiene su origen en el latín oscitāre, siendo inevitable preguntarse a qué se debió la aparición de la b al inicio de esta palabra, así como la permuta de la c y la t. Para esto último el etimólogo Corominas ofrece dos posibles explicaciones: «En la pronunciación vulgar palatalizada *oscitiāre hubo probablemente una disimilación de la palatalidad de la primera consonante, de donde *ostitiāre, padre de bostezar; aunque también podría explicarse éste por una metátesis del clásico oscitāreen ostitare». En cuanto a la prótesis de la b- ante la labial o, se debe a la contaminación del vocablo afín boca: «(…) nótese, por lo demás, que el latín oscitāreera ya un compuesto de os ‘boca’», añade Corominas.

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