septiembre 25, 2023
sistema ecológico

¿Qué es y cuáles son las características de un ecosistema?

Ecosistema es un sistema ecológico que incluye una parte viva e inanimada de un cierto espacio del entorno natural. Hay una serie de relaciones entre los organismos que habitan en un entorno inanimado dado, que les permiten funcionar en armonía y equilibrio. Un ecosistema, también conocido como biogeosistema o sistema ecológico, se basa en el flujo e intercambio de materia y energía entre los organismos que lo habitan y entre los organismos y su entorno.

Para entender mejor qué es un ecosistema, es necesario referirse a conceptos como biocenosis y biosfera. La biosfera es la capa de la tierra sobre la que se desarrolla la vida. Incluye la superficie terrestre, es decir, la litosfera, así como la hidrosfera y la atmósfera inferior. Sus límites son vagos, porque están marcados por la existencia de organismos vivos. Donde funcionan, aunque sean solo esporas, seguimos hablando de la biosfera. En este contexto, el ecosistema es una parte de la biosfera. 

Por otro lado, biocenosis es un término mucho más restringido, que hace referencia a un espacio específico en el que coexisten un determinado número de comunidades vegetales y animales (fitocenosis y zoocenosis). Junto con todos los microorganismos circundantes, están vinculados por una red de dependencias mutuas. Llamamos a este espacio específico, que es su entorno de vida, un biotopo. La biocenosis es una estructura armoniosa en la que todos los organismos están interconectados de alguna manera y forman un todo equilibrado. Juntos, la biocenosis y el biotopo forman el ecosistema.

La mencionada circulación de materia es un proceso completo y es posible gracias a la existencia de factores bióticos básicos, que incluyen tres grupos de organismos: productores, consumidores y reductores. Forman tres niveles tróficos, correspondientes a posiciones individuales en la cadena alimentaria en la pirámide trófica. El grupo de productores está formado principalmente por plantas y otros organismos que se alimentan a sí mismos, es decir, autótrofos. El segundo nivel trófico son los heterótrofos (consumidores), es decir, los organismos herbívoros y depredadores.

Los heterótrofos se dividen en consumidores de primer, segundo y tercer orden:

  • Consumidores de primer orden: organismos herbívoros
  • Consumidores de segundo orden: animales que comen herbívoros
  • Consumidores de tercer orden: depredadores, también se alimentan de otros depredadores

Por su parte, los reductores o descomponedores son grupos de organismos, principalmente hongos y bacterias, que convierten la materia orgánica en inorgánica, creando así el tercer nivel trófico. Gracias a su actividad, se cierra la circulación de la materia, porque los descomponedores transfieren al sustrato los compuestos minerales que quedan en el contenido orgánico (hojarascos, cadáveres, heces de animales). Esto, a su vez, permite que las plantas crezcan y crea una base nutricional para los consumidores de primera fila.

Cada ecosistema se distingue por una composición de especies característica, es una estructura dinámica, abierta y sujeta a numerosos cambios internos. Comienza a formarse cuando tiene lugar el proceso de sucesión primaria, es decir, la colonización del área previamente estéril por organismos. Los límites de cada ecosistema son borrosos. Los sistemas ecológicos individuales se interpenetran, creando una zona en la interfaz llamada ecotono. Los ecotonos se caracterizan por una sección transversal de especies muy diversificada y una alta productividad de la materia.

El ecosistema puede ser un lago, bosque, isla, turbera, tierras de cultivo (agroecosistema). Los ecosistemas se dividen en terrestres, acuáticos, artificiales y naturales. Estos últimos incluyen todas aquellas unidades que fueron creadas sin intervención humana y no fueron transformadas por la actividad humana.

Los ecosistemas artificiales están relacionados con actividades humanas deliberadas (plazas de parques, setos, acuarios, jardines, plantaciones de árboles, pastos, etc.). Todavía podemos hablar de ecosistemas seminaturales. Incluyen sistemas naturales que se han encontrado con una interferencia humana significativa y aquellos que fueron creados por su iniciativa, pero aún constituyen una estructura autorreguladora. La mayoría de los bosques y praderas, así como algunas áreas postindustriales, pueden clasificarse como ecosistemas seminaturales.

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